Imagínate atrapado en un iceberg. Las respuestas de tu cuerpo ante esta situación son muy similares a las que manifiesta mientras vives tu día a día acelerado y estresado con nada de tiempo para dedicar a tu salud.
En situaciones de estrés tu cuerpo inicia una cadena de respuestas destinadas a la supervivencia. Si no haría nada, no sobrevivirías mucho tiempo en tu iceberg. Estas respuestas, que parecerán a veces incomodas y te harán sentir y parecer «enfermo» son adaptaciones de tu fisiología creadas con un fin muy concreto.
Para empezar, tu cerebro responde dilatando las arterias y venas de tus pies y manos, incrementando el flujo sanguíneo hacia ellos para mantenerte caliente o proporcionar oxígeno a los músculos de la pierna en caso de huida. Ahora estas más cómodo en tu iceberg y tienes los pies calientes. Con el tiempo esta sensación se revierte y empiezas a tener frío, mucho frío. La sangre que fluye hacia tus manos y pies les mantiene vivos, pero tu cerebro, entrando en modo supervivencia, decide cambiar el flujo vital de sangre hacia tus órganos, abandonando tus pies y manos. Al final te serán más útiles tu corazón y tus pulmones que tus pies. Ya no te sientes nada cómodo en el iceberg, estas a punto de perder tus extremidades. Pero confía: ¡tu cuerpo es sabio!
Ahora imagina que un experto en temas de salud pasa por ahí por casualidad y descubriendo que tienes mala circulación en tus pies, te prescribe algo para mejorar el flujo sanguíneo. Te sientes mejor en poco tiempo, vuelves a tener calor y confías en que no perderás tus pies.
Esta es una historia común. Tu cuerpo está expuesto a situaciones estresantes a diario e intenta hacer frente a ellas con las respuestas que conoce, pero esto te hace sentir enfermo, por lo que tomas algo y todo vuelve a ser perfecto. ¿O no? Sigue habiendo un problema… ¡Sigues en el iceberg!
¿Qué parte del iceberg hundió el Titanic?
Seguro que sabes la respuesta, pero es una analogía perfecta cuando hablamos de la salud. Lo que lleva a la gran mayoría de gente a ponerse en contacto conmigo es la parte del iceberg que sale del agua, sus síntomas.
La mayoría de las personas quieren que se vaya el dolor, la parte fuera del agua, pero olvidan que el problema está sumergido y es mucho más grande, igual que la parte sumergida del iceberg.
Pueden pensar que sus síntomas son poca cosa, pero su causa suele ser más grande de lo que se imaginan. Ya nadie puede ignorar la parte del iceberg fuera del agua, domina la vista. Los síntomas se hacen cada vez más frecuentes, más fuertes y persistentes terminamos con una diagnosis y un nombre para nuestros males. El paciente se siente mejor porque sabe lo que tiene y sabe qué síntoma tratar. Cabe recordar que el 88% de un iceberg está debajo del agua. No se ve desde la superficie. Nuestros síntomas son una pequeña parte, no vemos la disfunción dentro del cuerpo que le lleva a provocar estos síntomas que pueden aparecer y desaparecer según el estrés al que está sometido nuestro cuerpo. Tratando los síntomas dejamos de ver el iceberg, lo tapamos químicamente sin averiguar porque se presentó. El iceberg se hace más grande.
Deberíamos enfocar los cuidados de la salud en la prevención
¿Alguna vez has escuchado «le ha dado un ataque al corazón y hace nada le hicieron una revisión y le dijeron que estaba hecho un roble»? Gente realmente sana no sufren ataques al corazón.
En mi trabajo como quiropráctico enfocamos los cuidados en la prevención una vez controlado la punta de iceberg. Una vez identificada la causa del problema empezamos a corregirlo combinando quiropráctica, nutrición y ejercicio con la meta de cuidar a largo plazo de la parte no visible del iceberg, la que hundió el Titanic.